7 .  SU ASUNCIÓN AL CIELO Y SU CORONACIÓN COMO REINA DEL CIELO
 
Asunción al Cielo: Dogma de Fe proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus.
 
Coronación como Reina del Cielo: Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab
 

 
"...La Solemnidad del 15 de agosto celebra la gloriosa Asunción de María al Cielo: fiesta de su destino de plenitud y de bienaventuranza, de la glorificación de su alma inmaculada y de su cuerpo virginal, de su perfecta configuración con Cristo Resucitado; una fiesta que propone a la Iglesia y ala humanidad la imagen y la consoladora prenda del cumplimiento de la esperanza final; pues dicha glorificación plena es el destino de aquellos que Cristo ha hechos hermanos teniendo "en común con ellos la carne y la sangre" (Hb 2, 14; cf. Gal 4, 4). La Solemnidad de la Asunción se prolonga jubilosamente en la celebración de la fiesta de la Realeza de María, que tiene lugar ocho días después y en la que se contempla a Aquella que, sentada junto al Rey de los siglos, resplandece como Reina e intercede como Madre. (Pablo VI. Marialis Cultus, 6)

¡ESCUCHÉMOSLA!

DESDE ESTA GRUTA DE MASSABIELLE, LA VIRGEN NOS HABLA TAMBIÉN A NOSOTROS, CRISTIANOS DEL TERCER MILENIO.  

 Santuario de Lourdes. Homilía durante la Santa Misa en la Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. 15 de agosto de 2004

Queridos hermanos y hermanas:

 
1. "Que soy era Immaculada Councepciou". Las palabras que María le dirigió a Bernardita el 25 de marzo de 1858 resuenan con una intensidad particular durante este año, en el cual la Iglesia celebra el 150º aniversario de la solemne definición del dogma, proclamado por el Beato Pío IX con la Constitución apostólica Ineffabilis Deus.

He deseado vivamente realizar esta peregrinación a Lourdes, para recordar un acontecimiento que continúa dando gloria a la Trinidad una e indivisa. La Concepción Inmaculada de María es el signo del amor gratuito del Padre, la expresión perfecta de la redención obrada por el Hijo, el inicio de una vida totalmente disponible a la acción del Espíritu.

2. Bajo la mirada materna de la Virgen, os saludo de corazón a todos vosotros, queridos Hermanos y Hermanas, que habéis venido a la Gruta de Massabielle para cantar las alabanzas de Aquella a la que todas las generaciones llaman bienaventurada (cf. Lc 1,48).

Mi pensamiento afectuoso se dirige ahora a los peregrinos que han venido aquí desde diversas partes de Europa y del mundo, y a todos aquellos que están unidos espiritualmente a nosotros a través de la radio y la televisión. Con especial afecto, os saludo a vosotros, queridísimos enfermos, que habéis venido a este lugar bendito a buscar alivio y esperanza. ¡Que la Virgen Santa os haga sentir su presencia y dé consuelo a vuestros corazones!

3. "En aquellos días, María se puso en viaje hacia la montaña..." (Lc 1,39). Las palabras de la narración evangélica nos han hecho volver a ver con los ojos del corazón a la joven muchacha de Nazaret en camino hacia la "ciudad de Judá" donde habitaba su prima, para ofrecerle sus servicios.

Lo que nos impresiona en María es, ante todo, su atención llena de ternura hacia su pariente anciana. El suyo es un amor concreto, que no se limita a palabras de comprensión, sino que se hace cargo en primera persona de la fatiga de la asistencia. A su prima, la Virgen no le da simplemente algo de sí; se da ella misma, sin pedir nada a cambio. Ha comprendido perfectamente que el don recibido de Dios más que un privilegio es una tarea, que la compromete hacia los demás con la gratuidad propia del amor.

4. "Engrandece mi alma al Señor..." (Lc 1,46). Los sentimientos que María vive en el encuentro con Isabel irrumpen con fuerza en el canto del Magnificat. En sus labios se expresa la espera plena de esperanza de los "pobres del Señor" y, al mismo tiempo, la conciencia del cumplimiento de las promesas, porque Dios "se acordó de su misericordia" (cf. Lc 1,54).

Precisamente de esta conciencia brota la alegría de la Virgen María que invade todo el cántico:

-alegría de saber que Dios "ha puesto los ojos" en ella no obstante su "humildad" (cf. Lc 1,48); 

-alegría por el "servicio" que le es posible ofrecer, gracias a las "maravillas" a las que la ha llamado el Todopoderoso (cf. Lc 1,49);

-alegría por experimentar con antelación las bienaventuranzas escatológicas, reservadas a los "humildes" y a los "hambrientos" (cf. Lc 1,52-53).

Al Magnificat, sigue el silencio: sobre los tres meses de permanencia junto a su prima Isabel nada se ha dicho. O tal vez se nos ha dicho lo más importante: el bien no hace ruido, la fuerza del amor se expresa en la serenidad discreta del servicio cotidiano.

5. Con sus palabras y con su silencio, la Virgen María está delante de nosotros como modelo para nuestro camino. Un camino que no es fácil: por la culpa de los primeros padres, la humanidad lleva en sí la herida del pecado, cuyas consecuencias continúan haciéndose sentir también en los redimidos. ¡Pero el mal y la muerte no tendrán la última palabra!  María lo confirma con toda su existencia, como testimonio vivo de la victoria de Cristo, nuestra Pascua.

Los fieles lo han comprendido. Por ello corren en masa a esta gruta para escuchar las advertencias maternas de la Virgen, reconociendo en ella "la mujer vestida de sol" (Ap 12,1), la Reina que resplandece al lado del trono de Dios (cf. Sal. resp.) e intercede a su favor.

6. Hoy la Iglesia celebra la gloriosa Asunción al Cielo de María en cuerpo y alma. Los dos dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción están íntimamente ligados entre ellos. Ambos proclaman la gloria de Cristo Redentor y la santidad de María, cuyo destino humano está ya perfectamente y definitivamente realizado en Dios.

"Cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros", nos ha dicho Jesús (Jn 14,3). María es la prenda del cumplimiento de la promesa de Cristo. Su Asunción se convierte así para nosotros en "signo de esperanza segura y de consuelo" (cf. Lumen gentium, 68).

Queridos Hermanos y Hermanas. Desde esta gruta de Massabielle, la Virgen nos habla también a nosotros, cristianos del tercer milenio.

 ¡Escuchémosla!

Escuchad ante todo vosotros, queridos jóvenes, que buscáis una respuesta capaz de dar sentido a vuestra vida. Aquí la podréis encontrar. Es una respuesta exigente, pero es la única que satisface plenamente. En ella está el secreto de la alegría verdadera y de la paz.

Desde esta gruta parte un especial llamado también a vosotras, mujeres. Apareciéndose en la gruta, María confió su mensaje a una joven, como para subrayar la particular misión que le corresponde a la mujer en este tiempo nuestro, tentado por el materialismo y la secularización: ser en la sociedad de hoy testigos de aquellos valores esenciales que se ven sólo con los ojos del corazón. ¡A vosotras, mujeres, os corresponde la tarea de ser centinelas de lo Invisible! 

A todos vosotros, hermanos y hermanas, lanzo un apremiante llamado para que hagáis todo lo posible para que la vida, toda la vida, sea respetada desde su concepción hasta su fin natural. La vida es un don sagrado, del cual nadie puede adueñarse.

En fin, la Virgen de Lourdes tiene un mensaje para todos. Es este: ¡sed mujeres y hombres libres! Pero recordad: la libertad humana es una libertad herida por el pecado. Ella misma necesita ser liberada. Cristo es su liberador, Él que "nos ha liberado para que seamos verdaderamente libres" (Gal 5,1). ¡Defended vuestra libertad!

Queridos hermanos, nosotros sabemos que para ello podemos contar con Aquella que, al no haber cedido nunca al pecado, es la única criatura perfectamente libre. A Ella os encomiendo. ¡Caminad con María por el camino de la plena realización de vuestra humanidad!

 

 

 

 

¡Ave María, Mujer humilde,
bendecida por el Altísimo!
Virgen de la esperanza, profecía de tiempos nuevos,
nosotros nos unimos a tu cántico de alabanza
para celebrar las misericordias del Señor,
para anunciar la venida del Reino
y la plena liberación del hombre.

¡Ave María, humilde sierva del Señor,
gloriosa Madre de Cristo!
Virgen fiel, morada santa del Verbo,
enséñanos a perseverar en la escucha de la Palabra,
a ser dóciles a la voz del Espíritu Santo,
atentos a sus llamados en la intimidad de la conciencia
y a sus manifestaciones en los acontecimientos de la historia.

¡Ave María, Mujer de dolor,
Madre de los vivos!
Virgen Esposa ante la Cruz, Eva nueva,
sed nuestra guía por los caminos del mundo,
enséñanos a vivir y a difundir el amor de Cristo,
a detenernos contigo ante las innumerables cruces
en las que tu Hijo aún está crucificado.

¡Ave María, Mujer de fe,
primera entre los discípulos!
Virgen Madre de la Iglesia, ayúdanos a dar siempre
razón de la esperanza que habita en nosotros,
confiando en la bondad del hombre y en el Amor del Padre.
Enséñanos a construir el mundo desde adentro:
en la profundidad del silencio y de la oración,
en la alegría del amor fraterno,
en la fecundidad insustituible de la Cruz.

Santa María, Madre de los creyentes,
Nuestra Señora de Lourdes,
ruega por nosotros.

Oración al finalizar el rezo del Santo Rosario. Sábado 14 de agosto de 2004

Marisa y Eduardo


 

ORACIÓN PARA IMPLORAR FAVORES POR INTERCESIÓN DEL SIERVO DE DIOS EL PAPA JUAN PABLO II

Oh Trinidad Santa, Te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de Tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor. El, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo. Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos.

Padrenuestro. Avemaría. Gloria.


Se ruega a quienes obtengan gracias por intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II, las comuniquen al Postulador de la Causa, Monseñor Slawomir Oder. Vicariato di Roma. Piazza San Giovanni in Laterano 6/A 00184 ROMA . También puede enviar su testimonio por correo electrónico a la siguiente dirección: postulazione.giovannipaoloii@vicariatusurbis.org


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